Para llegar a Pahuatlán, el viajero debe adentrarse en la Sierra Mágica, atravesando valles y cruzando barrancas hasta este pequeño Pueblo Mágico. El viaje es además un viaje en el tiempo. Los pobladores de esta región han logrado mantener intactos sus modos de vida y sus tradiciones náhuatl y otomí.
Calles empedradas, el rojo de las tejas contrastando con el verde del cerro; bordados tradicionales y trabajos de chaquira; frutos, verduras, café, huaraches y plantas medicinales en el tianguis dominical. Una sensación de contacto con el origen que se hará aún más intensa si estás aquí durante un día de fiesta, cuando Pahuatlán se llena de voladores, música y danzas. La fiesta más tradicional es en honor a San Pedro y San Pablo Apóstol, es una celebración con más de 100 años de tradición.
Junto a los ritos cristianos, en algunas comunidades como San Pablito, las cuevas y manantiales son escenario de ofrendas a las deidades de la naturaleza. En sus ceremonias utilizan el papel amate, una artesanía que mantiene su carácter ritual.
Estas comunidades no se comprenden fuera de su entorno, de sus milpas en pleno bosque nuboso donde crecen el café y el aguacate. En la Sierra Mágica la armonía entre hombre y naturaleza es completa.
COLINDANCIAS
Al norte con Tlacuilotepec y el estado de Hidalgo, al sur con Naupan y el estado de Hidalgo, al oeste con Naupan y Tlacuilotepec, y al poniente con el estado de Hidalgo y Honey.
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